Se reconstruyó totalmente en la segunda mitad del siglo XVI, en dos fases, interviniendo en la obra dos arquitectos bien distintos: Hernán González de Lara y Nicolás de Vergara. Debió de existir hasta mediados del siglo XVI un templo gótico cuya parte más reciente sería la cabecera levantada a finales del siglo XV.
El maestro Cristóbal Ortiz tuvo una intervención muy importante en la obra de la iglesia, sobre todo en la realización de la media naranja, testero y sacristía de la misma.
La obra de la parroquia actual comenzó por el cuerpo de la iglesia en 1563, y estuvo a cargo de González de Lara. La nueva capilla fue bendecida por el obispo de Salona en 1592. Las obras se dieron por terminadas en 1593.
Se trata del tempo más grande de la villa, dispuesto en forma de cruz latina con una nave central y dos laterales. La nave central destaca por su rico artesonado mudéjar y cinco arcos de piedra a cada lado sostenidos por columnas, también de piedra. En el altar mayor se venera la imagen de Nuestra Señora de la Paz, efigie de talla, pintada y estofada, de 90 cm. de altura y de procedencia germano-holandesa, del siglo XV.
La portada de la iglesia es de piedra, con arcos y arquivoltas de medio punto, enmarcados entre dos columnas rematadas por pináculos y una cruz en el centro. Asimismo, en la fachada hay una hornacina con la imagen de la Virgen de la Paz, dos escudos a los lados, posiblemente picados, un óculo en la parte central, un reloj en la parte superior, y como remate, una bella espadaña con dos campanas.
Tuvo la fachada, hasta el año 1932, una monumental obra de granito que todo el mundo la denominaba como «las gradas» y que no era otra cosa sino una hermosa barbacana de tres lados, en cada uno de los cuales se abría una escalinata rematada con grandes bolas de piedra, formando un atrio de entrada a la puerta principal de la iglesia.